DENISE: La crianza positiva es una forma agradable y cariñosa de guiar el comportamiento de un niño. Implica comunicarle claramente a su hijo, o hija, lo que usted espera y luego elogiar y estimularle cuando satisface esas expectativas. A menudo es tentador esperar a que un niño falle y luego castigarlo por el comportamiento que no desea ver. Pero hallazgos de investigación demuestran que es mucho más efectivo alentar el comportamiento que si quisiera ver.
Una vez que adquiera experiencia en la crianza positiva, úsela de manera consistente. Su hijo, o hija, pronto aprenderá que recibe una respuesta positiva de usted cuando muestra un comportamiento aceptable. Tal vez pueda brindar estímulos específicos como “¡Buen trabajo guardando tus juguetes!” o quizás le da sonrisas, le dice “choca los cinco”, le da abrazos o pasa tiempo especial juntos.
También ellos aprenderán que cuando no hacen lo que se espera, la consecuencia es siempre la misma, por ejemplo, puede ignorar lo que hizo o reorientarle.
Cuanto más consistente sea, más pronto verá una mejora. El cambio no ocurrirá de la noche a la mañana. Puede llevar semanas o meses.
Pero si elogian los comportamientos que quieren ver y emplean las mismas consecuencias amables, pero firmes para las conductas que no quieren ver, los beneficios en la conducta de su hijo, o hija, pueden durar toda la vida.
La consistencia en la rutina de su familia es otra excelente manera de mejorar el comportamiento.
A la mayoría de nosotros nos gusta saber cómo será nuestro día y lo que debemos hacer para tener éxito.
Si salimos de casa a las 7:30, llegaremos al trabajo a las 8. Pero, ¿qué pasa cuando hay una interrupción inesperada?
Tal vez haya obras de construcción en el camino y estamos tarde para el trabajo, aunque salimos a tiempo. Este tipo de cosas nos pueden hacer sentir descontrolados y molestos.
Lo mismo ocurre con los niños pequeños y ellos pueden sentirse aún más enojados porque todavía no saben cómo manejar sus emociones. Pueden llorar, quejarse y tener berrinches. Pero cuando hacemos que el día del niño sea lo más predecible posible, los preparamos para el éxito y vemos un mejor comportamiento.
Por ejemplo, imaginen que tienen una hija a la que no le gusta bañarse, pero adora que le lean cuentos... Si una noche usted decide no leerle, ella puede llegar a enojarse y llorar porque eso no le parece justo.
Del mismo modo, si a veces le permite saltarse el baño, podría tener una rabieta en las noches que sí la haga bañarse porque eso también parece injusto.
En la mente de la niña, las decisiones de ustedes sobre estas cosas parecen arbitrarias. Ella no entiende por qué a veces le dan lo que quiere y otras veces no.
Una de las peores cosas que puede hacer en situaciones como estas es ceder cuando tiene una rabieta. Si lo hace, ella sabrá que consigue lo que quiere cuando llora y grita. ¡Lo verá como un instrumento y es probable que lo intente nuevamente!
Pero si hace que la hora de acostarse sea una rutina, por ejemplo, todas las noches a la misma hora, come la cena, la baña, le lee un cuento y la acuesta, eventualmente aceptará la hora del baño porque sabe que siempre sucede. Lloriquear no sirve para evitarlo, y después, ¡llega la hora del cuento!
Sé que es difícil mantener la misma rutina todos los días. La vida no siempre es así, por mucho que nos gustaría. Pero cuanto más consistentes logre que sean las cosas, mejor comportamiento podrá esperar.
Si hay excepciones, vea si puede hacer que esas sean consistentes.
Por ejemplo, “Solo nos saltamos el baño los sábados a la noche cuando vuelves tarde de casa de la abuela”, o “si el baño es muy largo, entonces solo podemos leer un libro, no tres”.
Si aplica estas técnicas de manera consistente, como parte de una rutina diaria, su hijo sabrá lo que se espera todas las veces.
Sabrá cómo responden ustedes cuando se porta bien, y sabrá que con los berrinches y otros comportamientos negativos no consigue lo que quiere.
Con el tiempo, verá un mejor comportamiento y tendrá una relación más sana y positiva.